El polvo de carbón activo tiene la capacidad de absorber la suciedad de la profundidad de los poros.
La acción del láser rompe el polvo del carbón, llevándose consigo cualquier tipo de contaminante que ha absorbido. Las partículas de carbón son muy pequeñas, y son capaces de penetrar en los poros y lugares de difícil acceso, lo que permite que el láser pueda llegar de manera efectiva a las zonas tratadas.